La imagen de la Virgen de Guadalupe es un anuncio en sí misma, y a mí me dice muchas cosas que me dejan perplejo y admirado. No me voy a referir a los signos pictóricos, porque no soy mexicano y no conozco nada de las culturas de dicho país. Pero cuando me dicen que la NASA realizó estudios donde se conoció lo siguiente:
Y a mí me ha llamado profundísimamente la atención, porque resuena en mí como un mensaje enorme y hermoso: ¡María está viva y entre nosotros! Que su Hijo también está vivo. Su figura no depende de nosotros, no es pintura humana, no es nada conocido por nosotros porque -para mí- es divina, un signo que Dios permite que dé María para convencernos de la obra de Dios, no es pintura, no son elementos de la tierra, no está en la tela, pero se ve. Maravilloso. Como nació el Señor Jesús en un humilde y pobre pesebre en Belén y que su señal será para siempre, la tilma es un elemento inmensamente pobre y frágil, para mostrar que la fortaleza la da Dios. Ella nos mira, nos contempla desde el día en que se apareció. Y vela por nosotros. En suma: Me dice que Ella está, y me dice que su Hijo está, que no tema porque Dios salva, porque es capaz de hacer fuerte lo débil. María está con todos, con los que quieren verla, los que quieren salvarse, los que necesitan, los que aún no creen del todo, con los débiles, con los duros, con todos los hijos para que vivan unidos. Que no tema, que no tema. Me llena de gozo que su imagen sea un mensaje vivo. Quisiera algún día poder llegar a estar cerca de esa imagen, pero no me hace falta porque Ella ha venido hasta donde estoy yo, y sigue para siempre conmigo. Madre Hermosa, ¡muéstrame a tu Hijo!
Y lo que digo de mí y para mí, es para todos, y quisiera que como pueblo lo captáramos, y lo experimentáramos, y nos confiáramos a sus manos para unirnos como familia. Ojalá cuidáramos nuestro mundo, nuestra casa, nuestras relaciones humanas, nuestra cultura, nuestras decisiones, nuestros jóvenes y niños, nuestros adultos y abuelos, nuestros enfermos y débiles, los matrimonios y las familias. Ojalá nos uniéramos para orar, para celebrar la vida con el Señor, para ayudarnos siempre. Ojalá nos organizáramos para salvar nuestro futuro entre todos, y sin excluir a nadie. Ojalá pusiéramos la economía a servicio de la gente, y no la gente al servicio de la economía. Ojalá pusiéramos las finanzas al servicio de todos y no dejáramos que las especulaciones egoístas nos destrocen. Ojalá hiciéramos los favores que pudiéramos para hacer felices a los otros, porque en dar hay más alegría que en recibir. Ojalá lucháramos por ser verdaderamente felices, que es gratis, y no nos contentáramos con las falsedades que nos venden, y que tan caras pagamos. Somos todos una gran familia, y con la misma Madre, un mismo Amor que nos une, un mismo Hermano que nos ha salvado, un mismo Padre de quien todo procede y para quien todo es.