jueves, 30 de octubre de 2008

Hoy se suicidó Luis, un exalumno de 18 años


La noticia fue inmensamente triste y shockeante. Luis se colgó de un árbol. 18 años. Exalumno de una de las escuelas de nuestra Comunidad. Impresionante.

Impresionante por cómo era él, porque siempre miró a los otros, miraba a los jóvenes de su barrio, a los niños, a los chicos y chicas, miraba al futuro, pensaba, y avisaba, pedía socorro, solicitaba ayuda, pensaba, razonaba, cuestionaba, expresaba su angustia en las asambleas de niños que tuvimos, en los encuentros de niños, en las reuniones que hicimos para reflexionar sobre la vida y los valores... Y todo eso parece haber sido absolutamente pobre ante lo que hizo hoy. No sé por qué se mató, pero se colgó, no sé si se mató o si se murió, no sé si se escapó o si prefirió morirse para no claudicar, no sé si se deprimió, si se confundió o si enloqueció, el detonante no me importa, miro su trayecto, miro su historia, y veo un cometa, que pasa deshaciéndose, que pasa derritiéndose mientras se acerca al sol, como dando un mensaje desparramado, inconexo, pero dando lo que tiene.

Y lo que hizo hoy no debe ser leído a la ligera. Hay que descubrir todo el mensaje que hay encerrado, y tendremos que tener el coraje de dejarnos traspasar por el mismo. Lo que yo propondré a continuación será mi apreciación, pero Ud. puede agregar lo suyo, y lo invito a que lo haga.

1. A mí me dijo que no deje de hablar aunque suene a poco.
2. A mí me dijo que no deje de mirar aunque lo que vea no me guste.
3. A mí me dijo que no deje de oír aunque me rompa los oídos lo que tenga que oír.
4. A mí me dijo que no deje de trabajar aunque me canse.
5. A mí me dijo que no me borre, porque hay quienes necesitan mi presencia.
6. A mí me dijo que no espere sino que trabaje.
7. A mí me dijo que no huya, sino que me quede.
8. A mí me dijo que no trate a la ligera los problemas de los niños ni de los jóvenes, porque no tienen tantas armas como los adultos para enfrentar las angustias.
9. A mí me dijo que siga hablando de los valores para que no se tomen como valores lo que sólo deja vacíos enormes en el corazón y en la mente del ser humano.
10. A mí me dijo que siga educando, para que otros no se maten, y para que otros no sigan viviendo matándose al elegir un estilo de vida vacío.
11. A mí me dijo que rece para que Dios siga hablando porque en medio de tanto ruido no sea silenciada su voz.
12. A mí me dijo que ame para que tienda la mano a todos los que como él buscaron ayuda siempre, y que ame más para que la tienda incluso a los que no buscan ayuda.
13. A mí me dijo que no declare insalvable a nadie.
14. A mí me dijo que no busque resultados para que no me los apropie.
15. A mí me dijo que obre, sume ayudas, sume esperanza, sume obras, sume alegrías, sume cada día, a todos los que cada día suman sus obras y esperanzas y alegrías y servicios de amor silenciosos.
16. A mí me dijo que sea héroe en el silencio de cada día.
17. A mí me dijo que no me la crea, que sea humilde.
18. A mí me dijo que no me imponga, sino que proponga siempre.
19. A mí me dijo que no discuta, que no hiera más, que no lastime más.
20. A mí me dijo que lo baje del árbol con silencio y respeto, que lo entierre y que me ocupe de los vivos para que vivan y que no los deje morir mal.

Sume Ud. lo que le dijo, y aprenderemos.

Luis, querido, te pongo humildemente en los brazos del Padre creador que fue el testigo fiel de lo que en tu corazón hubo en tus últimos momentos. Él sabe. Le pido que su amor te rodee, te libere del pecado y de la muerte y te haga feliz para siempre.

lunes, 27 de octubre de 2008

Cómo defender la Iglesia, según lo veo yo.

Hoy supe de uno que por defender la Iglesia católica y su doctrina, había faltado el respeto maltratando a un anglicano. Y tampoco había escuchado a otros católicos que le pedían que se detuviera, y tanto fue el alboroto que otro que escuchaba se sintió lo suficientemente mal como para decir que iba a seguir a Cristo sin pertenecer a ninguna Iglesia.

Me dio pena por él, pero me hizo pensar que sería importante que los católicos a veces nos pusiéramos a evaluar cómo somos parte de la Iglesia, con qué actitud estamos en ella, con qué actitud nos presentamos frente a los demás, sean o no católicos.

La mayoría somos de la Iglesia desde niños, pero por eso nos sentimos "de" la Iglesia, como si nos hubiesen "encajado" en algo, algo así como la familia en la que no elegimos nacer. Pero cuando uno crece se tiene que "hacer Iglesia". Esto quiere decir que aceptamos, asumimos y elegimos crecer y hacer crecer la familia en la que la gracia nos ha dado la vida divina.

Entonces, se trata de querer ser Iglesia, no de sufrirla. Se trata de ser parte del pueblo de Dios, de la familia de Dios, una familia y un pueblo que comunica las maravillas del Señor, para que todos los hombres del mundo se salven conociendo el amor que nos ha salvado.

Entonces, se trata de defender al hombre amándolo e invitándolo a conocer al Padre que lo espera para compartir sus riquezas eternas, más que de defender a la Iglesia. Se trata de amar y de mostrar con las actitudes que el mensaje de Jesús es vivible y fascinante, más que imponerlo de tal modo que le resulte al que lo escuche insoportable. Se trata de gozar de la liberación y la libertad de los hijos de Dios, más que atar con nuestra prepotencia y nuestra soberbia e hipocresía.

La Iglesia es un misterio que se manifiesta imperfectamente porque los seres humanos somos imperfectos. Pero ese misterio es maravilloso porque viene de Dios. Si amáramos al ser humano como lo ama Dios descubriríamos por qué nos da tan gran misterio como es el de la Iglesia como camino para vivir el otro Misterio con mayúscula que la pertenencia e incorporación a Cristo para ser parte del Amor trinitario. Será tema para otra vez.

jueves, 23 de octubre de 2008

Experimentando el límite

¿Alguna vez se sintió más débil de lo que quiso admitir, más vulnerable de lo que le hubiese gustado aceptar? ¿Alguna vez se sintió que su cabeza no le respondía con la premura que estaba acostumbrada/o?
Yo me siento así ahora. Hace meses he tenido una crisis hipertensiva por estrés, y mi cabeza no quedó igual. Gracias a Dios no llegué a un ACV, pero no quedé igual que antes.
Esto está siendo una novedad para mí. Tengo que estar en un reposo más profundo de lo que estaba acostumbrado a estar. Tengo que ir aprendiendo a pensar de una forma nueva. Estoy en un proceso que me va fascinando porque me está haciendo cambiar mi mirada sobre muchas cosas. Estoy experimentando el límite y viéndome tan irrisoriamente pequeño que me está abriendo a la vida de una manera nueva.
Porque antes me exigía yo todo. Siempre estaba en mi interior el super-deber. Ahora, por más que quiero, no puedo, ni siquiera a veces lo que debo.
Antes me exigía un poco más de esfuerzo para compensar que había gastado tiempo en algo mal organizado. Ahora debo "perder" tiempo, porque de repente mi cabeza no piensa más, -no es que no piensa, sino que no puedo sostener un razonamiento sin agotarme-. Y debo descansar.
Antes me parecía que iba a mejorar todo. Ahora sé que no voy a ir mejor. A lo sumo no empeoraré. Por tanto, me queda adaptarme para desarrollar lo que pueda.
Puedo escuchar.
Puedo ver.
Puedo contemplar.
Puedo orar.
Puedo cantar.
Puedo oler.
Puedo sentir.
Puedo reir.
Puedo emocionarme.
Puedo moverme.
Puedo escribir.
Puedo pensar más despacio.
Puedo trabajar más despacio.
Puedo gustar y saborear.
Puedo olvidar.
Puedo recordar.
Puedo evocar.
Puedo sintetizar.
Puedo relacionar.
Puedo deducir.
Puedo compartir.
Puedo expresar.
Puedo sonreir.
Puedo vivir... aún puedo vivir. Y, como dicen muchos sabiamente, ¡no es poco!
Esta nueva experiencia de vivir, con lecciones tan necesariamente duras para mí -tan cabeza dura-, la considero un don de Dios, porque lo es. Le doy gracias por el límite, por experimentar la debilidad, por aprender de ella. Y también le doy gracias por la enorme cantidad de personas que ha puesto en mi camino que me han manifestado amor, cariño, comprensión, apoyo, ayuda, solidaridad, respeto, paciencia, aguante, y tanto corazón abierto, para que yo me vaya sanando.
A todas esas personas les deseo la más profunda de las bendiciones para que sientan que el amor que me han dado a mí les regrese multiplicado.

sábado, 18 de octubre de 2008

Alguna vez alguien leerá

Bienvenida o bienvenido, según sea, estimada o estimado, lectora o lector.
Gracias por concederme un tiempo para leer lo que le he escrito. Si prefiere que le tutee, se la debo, porque prefiero pasar por excesivamente respetuoso a faltarle el respeto.
Gracias porque al concederme este espacio de su vida me está dando vida. Y, con modestia se lo digo, acepte la vida de la mía que le doy, porque también estoy compartiendo. Que no por hacerme ver estoy escribiendo sino por compartir, puesto que la vida es eso, vivir con otros. No hay quien viva solo y perdure, pero sí sé de muchos débiles –según algunos- que han sabido unir sus “pocas” fuerzas y han hecho enormidades.
Le ofrezco unir mis pequeñeces a las grandezas o pequeñeces suyas. Si son grandezas me enriquezco yo más que usted –y le agradezco por compartirlas conmigo–, y si son pequeñeces también me enriquezco, pues lo suyo vale porque es suyo, como lo mío vale porque es mío. Aunque decir que es mío es una falacia, puesto que la vida por algún lado me lo ha hecho aprender y de otro lo he recibido. No soy original, sólo he aprendido. Sólo Dios es autor, yo sólo he aprendido un poco a oír y pensar, relacionar y contemplar, creer y mirar, sufrir y gozar.
De eso he de compartir, con sencillez y sin afán de imponer, puesto que yo soy yo y usted es usted, y esa diferencia siempre existirá aunque no sea abismal, porque en el fondo en mucho nos debemos parecer porque somos humanos –puesto que escribo para humanos, ya que un ángel no me leería sino que escucharía lo que pienso–.
Por último, le deseo todo el bien para su vida y su corazón, que sea feliz.

viernes, 17 de octubre de 2008

Algunas esperanzas actuales

Mi esperanza se afianza si la capacidad de pensamiento y razonamiento que tiene la Iglesia fecunda los ámbitos de pensamiento del mundo para enriquecer el diálogo para que la humanidad siga avanzando en la propia comprensión en vistas a su comunión.
También tengo esperanzas renovadas porque veo que la humanidad, a pesar de sus expresiones aún inmaduras de comportamiento, va aprovechando, sin parar, las nuevas tecnologías como realmente mejor le conviene para lo que en verdad quiere que es hacerse notar, en suma, comunicarse. Por ahora, mucha humanidad -por así decirlo- está hablando, tendrá que aprender a escuchar. Hay muchos que se están mostrando, muchos que están mirando, y se tendrá que aprender a ver al otro, no sólo mirarlo. La comunicación deberá llevar al encuentro.
Tengo esperanza porque ese encuentro es la necesidad humana más profunda que tiene la humanidad, y aunque sea inconscientemente tenderá a satisfacerla. El día que nos encontremos nos hallaremos cercanos y será posible sentirnos hermanos, será como superar la muerte de Abel, ¿paso previo a encontrar al Padre creador?