miércoles, 6 de mayo de 2009

Unidos a Él

"Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer." (Jn 15, 5)


La Pascua nos ha dado una presencia de Jesucristo impresionantemente poderosa, porque ya no está sujeto ni a la debilidad, ni a dolor alguno, ni a la muerte, ni a la distancia, ni a ninguna traba que nos podamos imaginar. Él está resucitado, Él vive, y está "sentado a la derecha del Padre" reinando e intercediendo por nosotros. Él está con nosotros hasta el fin del mundo (Cf. Mt 28, 20).

Ese poder es suficiente para que nosotros podamos vivir como resucitados. Como le dijo a Pablo: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad» (2Cor 12, 9). Suficiente como para vivamos como hijos de Dios, "pues lo somos realmente" (1Jn 3, 1), porque tenemos el Espíritu del Hijo que nos hace llamar a Dios "Abbá" (Rom 8, 15). Y por eso somos miembros del único cuerpo de Cristo (1Cor 12,13). "¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!" (1Cor 15, 57).

Hay que insistir muchas veces en que hay que dejarse amar por Dios, y toda esa victoria, esa pertenencia, esa familiaridad con Dios, esa resurrección mencionadas se den. Es su iniciativa. Es su don, su oferta, su buena noticia, su maravilloso regalo. Es la vida que nos ofrece, la que tiene y nos comparte.
Permanecer, estar en, y quedarse ahí, no es nada pasivo. No es un estar catatónico, no es un estar inertes, sino, por el contrario, es una adhesión activa a su amor, una recepción gozosa y agradecida, que valora, aprecia y cuida del don recibido. La gracia es gratis, pero que sea gratis no significa que sea despreciable, o que no tenga valor. La gracia es gratuita porque su valor es impagable, incalculable, y sólo el que la posee sabe que, para que el que la necesita la reciba, la tiene que regalar. De otra manera nunca nos podría llegar la gracia de Dios, porque con un solo acto de desprecio a Dios que hayamos hecho ya nos hicimos reos de perder todo, porque Dios es Dios, y a Él no se le puede faltar el respeto impunemente. Su soberanía y majestad son tan excelsos, por su condición divina, que nunca se puede colocar uno a su altura como para discutir, y menos superarlo como para despreciarlo. Dios es Dios, nosotros creaturas, simples creaturas, aunque no lo aceptemos de buena gana.
Por tanto, la permanencia en Él es comunión activa. Es encuentro deliberado, es adhesión consciente, es abrazo feliz, es intimidad cuidada. Es escucha atenta, obediencia dócil, es fidelidad gozosa, es conversión de actitudes para tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Cf. Flp 2, 5), es reproducir en nosotros la imagen de Cristo (Rm 8, 29).

Los frutos que daremos serán los frutos de la Vida de Cristo en nosotros, la fuerza, el amor, la sabiduría, la alegría, la victoria, la gracia, todo lo de Cristo. Para dar los frutos de Cristo, porque su savia -puesto que Él es la vid- nos hace dar los frutos de la vid, los que la vid quiere dar, los que Cristo quiere dar. Y por tanto es necesario recibir su savia, escuchar su voluntad y adherirse a ella, y sobre todo obedecerle. Insisto en obedecerle porque a veces con buena voluntad tratamos de imponerle nuestra manera de ver las cosas, de planificar, nuestra tabla de valores, y si nada de esto coincide con Él, sólo estorbamos. Nuestros frutos son amargos o agrios.

Sin Él nada podemos hacer. Nada de lo suyo.
   


1 comentario:

Pbro. Juan Dondo dijo...

miriam dijo...

HE BUSCADO A DIOS CON MI LAMPARA, TAN LUMINOSA QUE ERA LA ENVIDIA DE TODOS.
HE BUSCADO A DIOS EN LOS ASTROS,
HE BUSCADO A DIOS EN LAS BIBLIOTECAS,
HE BUSCADO A DIOS EN LAS UNIVERSIDADES,
HE BUSCADO A DIOS EN EL TELESCOPIO Y EN EL MICROSCOPIO.
HASTA QUE ME DÍ CUENTA DE QUE HABIA OLVIDADO LO QUE BUSCABA.
ENTONCES, APAGUÉ MI LAMPARA,
ARROJÉ MIS LLAVES Y ME ECHÉ A LLORAR.
Y, AL PUNTO, SU LUZ SE HIZO EN MÍ.

más que buscar a Dios, hay que dejarse encontrar por Él. abrir la puerta de nuestro corazón para que Él entre.
a veces siento que fallo tánto en lo que Él me pide!
otras, siento que hago lo máximo que puedo para hacer su voluntad!
otras, siento que me escudo en mis imperfecciones y/o limitaciones para no hacer todo lo que debería!

Lo que sí tengo incorporado a mí, con total certeza, es que Él está conmigo, en mi corazón, NO PORQUE YO LO MEREZCA, sino por su infinita bondad y amor. En todo caso, todos, (no yo en particular) por el solo hecho de ser sus hijos, nos merecemos estar con Él y Él con nosotros. REPITO: no por nuestros meritos, sino por su inmenso amor, misericordia y benevolencia.

solo desde este lugar de humildes sarmientos de la VID, que es Él, dejaremos que la savia circule entre nosotros y dé frutos.
los frutos serán de Él; nosotros solo seremos instrumentos si nos entregamos con docilidad.
FACIL DE ESCRIBIR, DE DECIR, PERO, POR MOMENTOS, TAN DIFICIL DE HACER!!!