martes, 12 de mayo de 2009

El Espíritu y la Verdad.

Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. (Hch 10, 45)

Jesús dijo "No me eligieron ustedes a mí, sino Yo a ustedes" (Jn 15, 16), y eso es lo que se cumplió en ese episodio que cuenta el Libro de los Hechos, sobre los paganos que recibieron el Espíritu Santo aún sin haber sido bautizados.
No nos debe extrañar que el Espíritu sople donde quiera (cf. Jn 3, 8), porque "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1Tim 2, 4), y es así que Dios llama a todos los pueblos del mundo para que reciban la vida porque desde Abraham Dios prometió la bendición para todos los pueblos de la tierra (cf. Gn 12, 3).
Hoy eso continúa sucediendo, porque Dios sigue fiel a sus promesas y no las revoca.
Pero en el Libro de los Hechos, en los versículos siguientes al citado, Pedro otorga el bautismo a esos que habían recibido el Espíritu Santo. Y sucederá eso con todos los pueblos. No lo decimos con arrogancia como si fuera a suceder porque nosotros decidimos que así sea, sino porque el Espíritu guiará hacia la verdad completa. "El Espíritu les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho" (Jn 14, 26).

El verdadero camino que debemos hacer todos es hacia la verdad, porque es el camino hacia Jesús "Camino, Verdad y Vida" (Jn 14, 6). Todos los hombres del mundo estamos hechos para contemplar la verdad, y eso haremos al plenificarse nuestra vida en la resurrección. Esa misma verdad nos llega ahora en la medida en que la aceptemos.

Lo que tengamos de la verdad tenemos que compartirlo, y también con honestidad de todas las partes, escucharnos y aprender, pero no contemporizar, porque dejaríamos de ser fieles a la Verdad. Todos nos tenemos que acercar a Jesús, con honestidad, con fidelidad, con apertura franca a la Verdad que es Él mismo. Y esa honestidad, fidelidad y adhesión a la Verdad, no admite manipulación de la verdad ni medias tintas. Sólo admite la verdad.

Asombrarse de que el Espíritu esté en muchos lados, sí. Creer que en todos lados el Espíritu dice toda la Verdad, no. No porque no la quiera decir, sino porque el hombre pone muchos obstáculos, mucha desobediencia al Espíritu. Muchas veces en su nombre se dicen cosas que no provienen de Él. "Por los frutos los conocerán" (Mt 7, 16). Por eso es necesario dialogar, con la verdad, lo más completa que la tengamos. No como comenzando desde cero, porque hay que reconocer el camino hecho.
El relativismo no nos tiene que imponer el prejuicio de que todo lo que tenemos es inválido. Porque sería negar la acción del Espíritu Santo. Tampoco nos tiene que imponer que todo lo que dice cualquiera debe ser aceptado sin más. La exigencia de honestidad intelectual es para todos. La verdad no se debe falsear.

1 comentario:

Isabel dijo...

Hola!!te voy siguiendo, felicidades por tu blog . un abrazo faterno.