miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Por qué le cuesta tanto al hombre creer a Dios?

Así habla el Señor :
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. El Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Pero tú no me has invocado, Jacob, porque te cansaste de mí, Israel. ¡Me has abrumado, en cambio, con tus pecados, me has cansado con tus iniquidades! Pero soy yo, sólo yo, el que borro tus crímenes por consideración a mí, y ya no me acordaré de tus pecados. (Isaías 43, 18-19. 21-22. 24b-25)

Si Dios fuera mentiroso estaría bien no creerle. Pero no cabe la mentira en Dios. ¿Por qué, entonces, el hombre no le cree, no se le acerca, no confía?
Dios promete cosas nuevas, pero el hombre parece -en conjunto- ser pesimista frente a esas promesas. Dios promete cosas nuevas porque ve que el hombre no avanza.
Dios no dice que el pueblo que se formó pregonará su alabanza para autoexaltarse como si lo necesitara. Dios no es como nosotros que sí somos vanidosos y nos gustan los aplausos. Dios quiere que el hombre lo pueda alabar, porque eso es signo de que el pueblo (incluyámonos) lo ha conocido. Y si lo ha conocido ha disfrutado de su luz, de su poder, y de la inmensidad de su amor, y por eso ha crecido y se ha transformado. Es decir, Dios no quiere la alabanza por Él, sino por el hombre. Es el hombre el que se beneficia con la alabanza, es el hombre que alabando corona su propia transformación, su vida nueva que ha recibido por la gratuidad del amor divino.
Las cosas nuevas de Dios, dice el profeta, están germinando: no son de golpe, van al tiempo de los hombres, porque Dios no quiere imponer al hombre la salvación puesto que nadie ama bajo presión. El amor se da en la libertad y lleva a que libremente uno se sujete al ser amado. Por tanto, Dios está invitando de una manera nueva a su pueblo a ser Su pueblo. Está haciendo germinar la promesa del Emmanuel, el Dios-con-nosotros, que guiará con el poder del Espíritu Santo de Dios, tal como Isaías lo anuncia en los capítulos 7, 9 y 11 de su profecía. Por otro lado está educando a su pueblo para que se deje conducir por Él y no tema a los enemigos, ni se alíe con ellos, que su protector es Yahvé. Se está gestando un Israel nuevo. Ambas cosas, un pueblo nuevo con un rey nuevo, surgen de a poco.
Sin duda que el profeta anuncia lo que se iba a realizar con Jesús, y sigue pendiente la constitución del pueblo de Dios, es decir, que la Iglesia se haga de verdad lo que se dice que es, Pueblo de Dios. Porque no basta el figurar en las listas, sino que el corazón debe pertenecer a Dios, para que la persona pertenezca a Dios.
Si estamos llamados a pertenecer a un pueblo guiado por Dios por caminos de libertad y de gracia amorosa, ¿por qué nos cuesta tanto creerle?
Si yo me hago la pregunta a mí mismo me respondo que a veces quiero los cambios de forma inmediata, y no espero. A veces espero, pero me canso. A veces renuevo las fuerzas y vuelvo a esperar luchando, pero sigo siendo débil, y ante las adversidades tentado estoy de volver a aflojar. Sólo me permite aguantar los embates de este caminar desértico de la vida el haber gustado al menos un poquito que Dios es verdadero, verdadero amor, verdadera fidelidad, y que su providencia es sabia, aunque no alcance yo a entenderla. Creo en Él, que no miente. Creo en Él porque es Amor que no deja nunca de amar, y me concedió la gracia de experimentarlo. Creo en él porque nunca se ha alejado aunque yo me haya ido de su lado alguna vez. Creo en él que es sabio, porque no puede no saberlo todo y no disponer de todo para el bien de todos. Creo en su bondad infinita. Creo en sus designios. Creo en Él porque es fuerte e imbatible. Creo porque nadie es como Él. Y tengo la dicha de poder decir que gracias a Él creo en Él y le creo.

1 comentario:

miriam dijo...

es con una mirada pesimista del hombre que decimos que "el hombre no le cree a Dios".
"MUCHOS hombres no le creen, pero "OTROS MUCHOS" sí le creen, sí lo aman, lo alaban y trabajan por el Reino amando y sirviendo a sus hermanos.
siempre "supe" que Dios existía (me lo habían enseñado de chica)(lease: cabeza, mente) pero fue ya de adulta (despues de los 40 años) que "sentí, ví, vivencié,(lease: corazón)de que Dios siempre había estado conmigo, siempre me había acompañado, sobre todo en los momentos mas dificiles de mi vida.
y, como yo, sé que hay muchos que tienen a Dios como guía y meta, mucha gente sencilla, humilde, "de barrio", que son completamente anónimos, pero que "están", que ayudan a sus hermanos, que visitan enfermos, que atienden ancianos, que colaboran, ahora en Tartagal, y en todas las trtagal que se producen cada vez con mas frecuencia en todas partes del planeta. muchos que tratan de ayudar ante las catastrofes físicas y tambien del alma.
no sé si son "los más", pero están, existen, y tambien forman parte del hombre genericamente hablando, por eso leo desesperanza al decir que "el hombre no le cree a Dios". mi humilde opinión es que no habria que generalizar.
comparto plenamente los altibajos del alma, que a veces es impacinte, a veces se revela ante ciertos eventos, a veces se debilita ante la adversidad, pero luego, POR OBRA DE DIOS, POR SU INFINITO AMOR, renace en su fe, acrecienta su esperanza y sus fuerzas, y sigue en la lucha por el Reino del Infinito Amor, que es el Reino que Jesús nos vino a regalar a todos los que quisieramos seguirlo..
recemos por los que todavia no le creen a Dios, para que logren descubrirlo y actuar en consecuencia.
Dios lo bendiga siempre.
un sincero abrazo.