domingo, 4 de enero de 2009

Pobre mi mundo

Sí, ¡pobre mi mundo! Y digo "mío" porque amo el don que es en sí mismo este mundo en el que vivo. ¡Pobre nuestro mundo! ¡Cómo va! 
Tantos hermanos que no sabemos superar nuestras heridas, nuestros problemas, tanta agresividad acumulada, aumentada, exacerbada. Tantas familias que no superan la violencia, y no toman conciencia de las consecuencias que provoca. Tantas sociedades que olvidan que sus miembros son personas. Tantos grupos de presión que no dejan espacio al ser humano para encontrarse consigo mismo y decidir desde sí, coincidiendo con su propio ser, con su propia naturaleza. Y tantos, ¡tantos!, que se han dejado adiestrar para no mirarse y no valorarse.
Fiestas que en forma creciente pierden su sentido. El festejado no es el Emmanuel, no es Jesús. Ni es el ser humano el que festeja como ser humano que ha recibido una enorme visita hace dos mil años. El que festeja es el sistema de una ideología que impuso que para ser feliz hay que consumir y gastar y adquirir "bienes" que no hacen en el fondo tanto bien, pero nos manipularon la capacidad de criticar y de analizar haciéndonos casi incapaces de decir "basta".
¿Empezó un año nuevo?
Para la mayoría, no lo creo, no creo que haya cambios para bien. Sí renuevo mi esperanza para que a pesar de todo algo suceda en mí para que yo cambie y mejore. No que suceda porque me venga de fuera, sino porque brote de adentro mío, como fruto de que yo he madurado y cambiado y me he corregido. No puedo cambiar el mundo, pero puedo cambiar yo en el mundo. Y es lo que pretendo, porque no me gustaría terminar mis días sin haber hecho lo que tenía en mis capacidades por hacer que el mundo de todos fuera mejor de lo que lo conozco.
No puedo, ni quiero, aceptar el derrotismo y la apatía.
No puedo, ni quiero, aceptar que es inútil el trabajo por mejorar.
No puedo, ni quiero, aceptar que el hombre es irredimible.
Para mí, recién estamos en la adolescencia de la humanidad, y nos falta mucho por crecer. Y como en toda adolescencia el crecimiento duele y se debe aprender a crecer igual.
Y también, como todo adolescente, este mundo nuestro no quiere escuchar que le ha sido pronunciada una palabra infinitamente bondadosa ("Jesús") para que en ella halle lo que busca. Este mundo está en rebelión. ¿Cuándo aprenderá?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Mundo adolecente!!
Buena definición. Hace pensar...
El adolecente se defiende de las agresiones, y como todavía no ha madurado, suele defenderse mal y no es por malo como se lo tilda.
El mundo también se defiende, en su naturaleza y en su gente, y también lo hace mal...
¿Tengo derecho a criticar? ¿he hecho lo que a mi me corresponde para producir el bien?...Es para pensar.

miriam dijo...

no podemos cambiar al mundo. no podemos cambiar a cada persona del mundo, pero sí a alguno, sólo a alguno de los que tenemos a nuestro alrededor.
si solo uno, a traves de nuestra palabra, logra comprender que la fiesta es JESUS, es su inmenso amor, y que lo que celebramos es que nos quiere tanto que vino hace 2000 años a abrirnos la puerta del cielo, entonces debemos alegrarnos al saber que vale la pena. y si no logramos convencer a nadie, igual debemos seguir intentandolo. USTED ME LO ENSEÑÓ ASI!.
percibo, noto, una desesperanza en sus palabras. NO AFLOJE PADRE!!
el mundo está muy caótico, violento. pero "el mundo" somos nosotros. luchemos con la palabra y las obras! cada uno desde su lugar y con los que tenemos a nuestro alrededor.
quizá no debemos ponernos metas muy grandes, sino humildes, chiquitas. yo, como madre y abuela, trato de inculcar, sobre todo a mis nietas, que la fiesta está en ese "Jesusito del pesebre" al que ellas besan y le dicen "te quiero", y no importa qué comemos sino que estamos juntos en familia.
MI Padre Juan hizo, un 24 a la noche, un tuco y fideos e invitó a compartir su mesa a 2 o 3 indigentes que siempre le pedían comida.
ESO VALE, ESO MARCA, eso es reafirmar con los gestos lo que todos decimos con palabras pero pocos tienen el coraje de hacer.
Ud dice en esta nota: NO PUEDO, NI QUIERO... no se rinda, no afloje, Jesús lo vale!
dijo M. Menapace: no tenemos en nuestras manos la solución para los problemas del mundo, pero, frente a los problemas del mundo tenemos nuestras manos. cuando el Señor de la Historia venga, nos mirará las manos. Que las encuentre llenas de cayos por haber trabajado fuerte para su Reino.
no se cargue en sus espaldas al mundo, es muy pesado. solo cargue lo que puede llevar a cuestas. solo Dios tiene la fuerza suficiente y solo Él verá la cosecha. nosotros, humildes servidores, solo sembramos, o tratamos de hacerlo.
Dios lo bendiga siempre!